viernes, 11 de noviembre de 2016

Isla

Fui una isla.                                                     
Las olas golpeaban mis orillas
apaciblemente;
y yo disfrutaba
la majestuosa calma
de la soledad.

Pero, las olas, 
no siempre están apaciguadas;
y si hay tormenta,
golpean con más fuerza.
Te gritan, sin sutileza,
que, aunque valiente,
la soledad no es suficiente
para soportar la sacudida
que un Tsunami
le puede dar a tu isla.

Cuestionas tu valentía
para sentarte en la orilla
y esperar las olas
que te arrastren a solas
dentro de la tormenta;
aunque sepas,
que éstas
solo te llevarán de vuelta,
lejos de la tempestad,
cerca de una sonrisa,
junto a la compañía.

Te armas de valor
y esperas en la orilla,
porque sabes que es hora
de enfrentar la soledad,
a solas,
sin importar el tamaño de las olas.
Y dejar entrar en tu isla
una permanente aventura,
que te acompañe
para observar la luna.

Y, apareces,
con un café en mano,
una sonrisa,
un libro romántico.
Te alojas,
tan apacible como una ola,
te asientas,
sin importar el daño
que el Tsunami ha dejado.

Me besas y te quedas;
y me confiesas
que tu tormenta te trajo a mi daño
que estamos en el mismo estado
y que pronto
vamos a repararlo.

domingo, 20 de marzo de 2016

Musa

En esta historia
no me rompe alguien el corazón;
se lo rompo yo
a la musa
que a mi vida
le devolvió el color.

En esta historia
yo soy la mala
que inunda la luz de tus ojos
con tristeza y lágrimas.

Me ciega el egoísmo
y la avaricia de tu ser,
unas cuantas ilusiones
que, a tu lado,
quiero ver crecer.

Me frustro en ocasiones
queriendo que la musa
tenga mil razones
para morirse de amor
por ésta enamorada
que sueña en las mañanas
darle a su musa
las noches más largas.

Y luego reacciono
y recuerdo que la musa
es musa porque es libre
y va y viene
a su antojo y gana.

Aunque quiera atarla
y a mis brazos amarrarla
la musa me ama
cuando la dejo libre
y desaparecer,
varios días,
de mi cama.

En esta historia,
a mi musa,
casi le corto las alas.
Y aunque la haya lastimado,
le solté la rienda
para amarla en la distancia
y esperar a que su boca
ardiente de dulzura
pronuncien las palabras
que calmen mi locura:

Me quedo entre tus brazos,
porque soy libre a tu lado;
me quedo con tus besos
porque los demás son desiertos;
me quedo en ésta jaula
sin rejas ni puertas
porque no necesitas cadenas
sino estar tú en ella
para amarrar mis caderas.

En esta historia
le recuerdo a la musa
que se puede marchar
cuántas veces quiera,
esconderse detrás de sus barreras
y hacerme esperar
los siglos que requiera:

No temas,
que te puedes desvanecer
en las letras
de otros poetas.
Menos en las de ésta
que encuentra el arte
en tu sonrisa
y se inspira
hasta con tu ausencia.
No temas,
que te puedes apagar
en otra hoguera,
menos en ésta
que solo por ti
se quema.