Me voy,
con las alas rotas,
con las lágrimas
entre los labios,
cansada, con las
ilusiones desechas
y con más sal que dulce en la lengua.
Me voy,
con la esperanza a
rastro,
con las ganas
agotadas de esperar tanto,
enardecida y con la
sonrisa invertida;
perdida.
Me quedé mucho,
esperando un cambio,
un buen trato,
un halago
pero, recibí todo lo
contrario.
Luchaba,
ciega de sueños,
con los ojos
abiertos
y cerrados al mismo
tiempo,
por una historia que
fue puro cuento.
Te di tanto,
sonrisas y besos,
poemas y cantos,
letras y orgasmos
y me quedé esperando
en celibato.
Cerré puertas,
corté amistades,
bajé el telón para
representarte el amor
y al final,
al actor, el público
fue lo único que le importó.
Me fui yendo,
entre tus propios
brazos
cuando no quisiste
cortar la espinas que te protegen
rasgando y espinando.
Me he ido
y me despido,
con la tristeza en
alto,
con espinas hasta en
los párpados
pero, sin
remordimiento
aunque, con
desencanto.
Me he ido
y, ¿qué estás
esperando?
ven a darme un beso
que me deje un
rastro
por si cambias,
vuelvo;
no demores tanto.