martes, 17 de enero de 2012

Mi cadena de BlackBerry Messenger.

¡Qué emocionante! Soy nueva usando Blackberry y escribo esta cadena para solicitar todas aquellas otras cadenas que me van a ayudar a que mi batería dure más, a tener más íconos, a encontrar novio y a vivir 100 años.

Bueno, debo admitir que no soy tan nueva usando BlackBerry; hace tiempo tuve uno y como no envié una cadena de la buena suerte, me lo robaron. Sí, fue un horrible atraco. Lo dejé sobre una mesa cargando y se lo llevaron. Creí que perdería la vida, así que necesito urgente una cadena de la buena suerte para reenviarla y que no me vayan a robar éste. No vayan a pensar que me lo robaron por descuidada y dejarlo sólo en una mesa, con cargador, accesorios y factura... ¡NO!

Pero, eso no es nada. También necesito —URGENTE— una cadena para volver a besar. Sí, tampoco envié una cadena del día mundial del beso y tengo 7 años sin besar. No, no tiene NADA QUE VER con mi mal aliento y mis tres dientes negros. Para nada.

Nunca envié la cadena la del amor, NO DEJEN DE ENVIARLA ustedes, tal vez, si yo la vuelvo a enviar, el amor regrese a mi vida. Sí, al no difundir esa cadena, se esfumó el amor... Y, para los que me conocen, que saben que YO SOY una romántica empedernida, ésa ha sido una de las peores tragedias de mi vida. Ya ni siquiera tengo sexo.

Además de todas estas terribles desgracias, la realmente peor de todas, fue una cadena que difundió Michael Jackson. Jurando que: quién no reenviara la cadena, ¡se volvería negro! Y, sí... Yo no la reenvié y ahora... ¡SOY NEGRA! Por más que he lavado mi cabello con agüita de manzanilla para aclararlo (NO, POR SUPUESTO que NO es tinte) y aunque se ve más rubiecito... ¡Yo soy negra, ahora!

Para los que me conocieron hace unos tres años, recuerdan que era delgada... También dejé de enviar una cadena de la belleza que llegó a mí, escrita por Carola —la de Carola Studios— y me volví gorda. Claro, eso no tiene nada que ver con que me guste cocinar y estar comiendo cada cinco minutos, no. Fue por no difundir la cadena de la belleza.

De todo corazón les recomiendo que nunca, NUNCA, dejen de reenviar todas esas cadenas de la buena suerte, de los besos, del amor, de los espantos, de la batería... Porque todo, TODO eso es VERDAD.

Este es mi relato, vivido por mí, sufrido por mí.
Este es mi legado para todos aquellos usuarios de Blackberry.

Esas cadenas son TAN CIERTAS, que una vez me llegó una que decía que, si no la enviaba, mi BlackBerry se convertiría en NOKIA y... ¡BOOM! Se convirtió es MOTOROLA.

Además, a mi me ENCANTA recibir cadenas... Lo más emocionante de tener un BlackBerry es cuando escuchas tú escogido sonido característico de "nuevo mensaje de BBM" y te encuentras con la sorpresa de que ¡ES UNA CADENA! Yo sé que ustedes lo han experimentado también; el corazón se acelera, las manos sudan y abres el mensaje saltando y gritando frenéticamente de la alegría. "¡Una cadena, una cadena!"

Es aún más emocionante que las cadenas de nuestro Presidente... Por las cuáles también grito y salto frenéticamente de emoción... Sobre todo cuando estoy viendo / escuchando alguno de mis programas favoritos.

En fin... Disculpen la cadena, era sólo para actualizar contactos. ¡Adiós! 

Se despide amorosamente:
La futura esposa de Jack Sparrow:
Jackie "Chan" de Sparrow.

Mejor conocida en los bajos fondos como Hilmar Báez... Y, por bajos fondos, me refiero a mi tamaño. Lo cual también es culpa de una cadena que recibí cuando era niña y NO, no tiene nada que ver con genética... ¡Por culpa de esa cadena, dejé de crecer!

En la ausencia de tus labios.

En la ausencia de tus labios, me escondí entre mil paredes. Descarté los horizontes, le di la vuelta a mi brújula para no tener el mismo Norte, me cambié el nombre.
En la ausencia de tus labios, descubrí otros diferentes. Unos labios rosa, gruesos, con una sonrisa sexy; que sólo remarcaban el dolor de la ausencia de tus labios tan hirientes.
En la ausencia de tus labios, cambié mis planes, mi presente. Me senté en una cantina y te lloré incansablemente.
En la ausencia de tus labios, hice de mi sonrisa una mueca doliente. Me pinté con un rojo sangre, ferviente, para besar servilletas y billetes.
En la ausencia de tus labios, convertí a los hombres en mis clientes. Me vendía de doce a siete y me drogaba para sentirte, aún cuando nunca estuviste presente.
En la ausencia de tus labios, la vida me dio un golpe de suerte. Entre clientes e indigentes, encontré cómo olvidarte lentamente. Una muerte segura, que llegaría eventualmente, una enfermedad sin cura aparente.
En la ausencia de tus labios, el SIDA te fue sacando poco a poco de mi mente. Ahora, sólo espero a que llegue el día en que te olvide, completamente.