domingo, 20 de marzo de 2016

Musa

En esta historia
no me rompe alguien el corazón;
se lo rompo yo
a la musa
que a mi vida
le devolvió el color.

En esta historia
yo soy la mala
que inunda la luz de tus ojos
con tristeza y lágrimas.

Me ciega el egoísmo
y la avaricia de tu ser,
unas cuantas ilusiones
que, a tu lado,
quiero ver crecer.

Me frustro en ocasiones
queriendo que la musa
tenga mil razones
para morirse de amor
por ésta enamorada
que sueña en las mañanas
darle a su musa
las noches más largas.

Y luego reacciono
y recuerdo que la musa
es musa porque es libre
y va y viene
a su antojo y gana.

Aunque quiera atarla
y a mis brazos amarrarla
la musa me ama
cuando la dejo libre
y desaparecer,
varios días,
de mi cama.

En esta historia,
a mi musa,
casi le corto las alas.
Y aunque la haya lastimado,
le solté la rienda
para amarla en la distancia
y esperar a que su boca
ardiente de dulzura
pronuncien las palabras
que calmen mi locura:

Me quedo entre tus brazos,
porque soy libre a tu lado;
me quedo con tus besos
porque los demás son desiertos;
me quedo en ésta jaula
sin rejas ni puertas
porque no necesitas cadenas
sino estar tú en ella
para amarrar mis caderas.

En esta historia
le recuerdo a la musa
que se puede marchar
cuántas veces quiera,
esconderse detrás de sus barreras
y hacerme esperar
los siglos que requiera:

No temas,
que te puedes desvanecer
en las letras
de otros poetas.
Menos en las de ésta
que encuentra el arte
en tu sonrisa
y se inspira
hasta con tu ausencia.
No temas,
que te puedes apagar
en otra hoguera,
menos en ésta
que solo por ti
se quema.